sábado, 23 de diciembre de 2017

Variaciones postales

Por Kazimierz Brandys

Adriana Hidalgo. 261 páginas. Novela

Polonia es la cultura católica clavada como una especie de larga espada entre la tradición bizantina de Rusia y el paganismo prusiano, escribía admirado G. K. Chesterton en los años treinta. "El elemento religioso es el elemento real. Y si alguien conoce a Irlanda, Italia o Baviera comprenderá con mayor o menor exactitud lo que eso significa", añadió en uno de los magníficos artículos que escribió en favor de una nación triplemente seccionada por invasores (Véase esa magnífica colección de ensayos titulada El fin del armisticio). La polaquidad tiene puntos de contacto con la Argentina resulta inevitable concluir. En efecto, cierto aire de familia se percibe en una gema rara que el sello Adriana Hidalgo -especializada en delicatessen- trajo a la Patria.

Variaciones postales es un recorrido fascinante por doscientos años de historia de Polonia, aunque a vuelo de vencejo. Fue entregada a la imprenta en 1972. Su autor, Kazimierz Brandys, llega por segunda vez a nuestro idioma, confirmando una sospecha: la literatura de Centroeuropa -tiene un valor similar al del oro- es una cornucopia que aún está lejos de haberse agotado para los hablantes de la segunda lengua mundial, el español.

Polígrafo burgués y judío que nació en Lodz en 1906 y logró sobrevivir de milagro a los dos diabólicos totalitarismos del siglo XX (Hitler y Stalin fueron la cumbre del antisemitismo), militante comunista renegado porque el marxismo cuartelero renegó de él, Brandys hizo la evolución más noble para un intelectual tras la Cortina de Hierro: de héroe del realismo socialista a disidente, y de disidente a exiliado. Murió en París en 2000.

Con ingenio estilístico, construyó la segunda obra que llega al español. Cada capítulo es una carta que un padre envía a su hijo más la respuesta filial correspondiente. Comienzan las misivas en 1770 y concluyen dos siglos después. Escuchamos, generación tras generación, a los Zabierski. ¡Qué familia de locos!

Se ha dicho que los pueblos de Europa oriental han sufrido en su piel más Historia de lo que una nación común y corriente puede soportar. Jakub Z. cayó en manos de los turcos y terminó yaciendo con una mona. Michas Z. fue reclutado por la francmasonería. Seweryn Z. acompañó a Napoleón en su ofensiva hasta Moscú y en la catastrófica retirada -hostigado por neviscas, lobos y cosacos- se devoró una pierna para sobrevivir. Jan Nepomucen se arruinó por haberse enemistado con sus compatriotas de la diáspora. El zarismo desterró a Hubert Z. a Siberia. Julián Z. fue manipulado por la Ojrana y años más tarde escandalizó a la Varsovia independiente con un corrompido sanatorio de hidroterapia. ¡Qué clan singular el de los Zabierski!

Además de la ingeniosa arquitectura, la facilidad para acuñar sentencias y la indagación sobre los rasgos de una gran nación, el libro también interesa por su reflexión en torno a la narrativa histórica, impostura que forma parte de lo que los argentinos hemos llamado el relato después de doce años de sistemáticas mentiras oficiales.

"El pasado se hereda en forma de memoria social para un uso general. El momento en el que se convierte en Historia suele ser frívolo", establece Brandys. Canallas o chiflados del pasado -como los Zabierski- llegan al presente en ropajes de héroes. El mito es hijo bastardo de la necesidad política, pero se trata, al fin y al cabo, de una enfermedad universal. En nuestro atribulado arrabal de Occidente, por citar un caso, los asesinos de los años setenta son hoy justificados -y hasta reverenciados- como patriotas o jóvenes idealistas.

Guillermo Belcore

Calificación: Bueno

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