lunes, 6 de abril de 2009

El juego favorito

Leonard Cohen
­Edhasa, 259 páginas. Autobiografía. Edición 2009. Precio aproximado: 40 pesos ­
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Leonard Cohen, trovador y poeta canadiense, ha gozado del favor de la crítica y la fortuna. Es, por así decirlo, un Bob Dylan con una voz de barítono más agradable pero mucho menos talentoso. Vivió en Montreal, Grecia, Nueva York y Las Angeles. Fue un hombre de excesos. En los noventa se recluyó en un monasterio y se ordenó monje budista, bautizado con el singular mote de El silencioso. En 2005, demandó a su antigua representante por la malversación de cinco millones de dólares. Hoy, a los setenta y cuatro años, sus conciertos aún atraen a multitudes. Un sello nacional ha creído oportuno reimprimir la primera novela de Cohen, labrada en 1963 bajo el influjo de la cultura beat, la obsesión sexual y el repudio a la normalidad burguesa.­
El juego favorito
es una obra autobiográfica. Narra la pubertad, adolescencia y juventud de Lawrence Breavman, vástago de una acomodada familia judía de Montreal. El alter ego de Cohen es un libertino con un toque de cinismo que se consagra como poeta gracias a la desesperación de Canadá por tener un Keats. Aplica el más viejo procedimiento del humor hebreo: lacerarse y mofarse de sí mismo y de los suyos. El eje del libro, empero, son las conquistas sexuales de un muchacho que aquí deslumbra con su lucidez y allá aburre por su comportamiento de payaso. Cuando Breavman encuentra al amor, lo defrauda y traiciona porque adora más la idea de tabla rasa que a la adorable Shell, la chica que siempre había esperado.­
La trama avanza a saltitos de chingolo. Los capítulos son muy breves y están ornados con espléndidas impresiones. La prosa poética es hermosa de leer. Hay escenas encantadoras o que causan pasmo, como la muerte de un niño prodigio en una campamento de verano. Pero hay otras cuya estupidez resulta insoportable.
Se trata, pues, de una obra sesentista en el planteo, con un estilo cautivante en sus mejores momentos. No obstante, la historia en sí puede resultar un fiasco para el fatigado lector del siglo XXI. Cohen encarna la triste ambición de una generación que anhelaba "ser como un místico oriental, vivir en una choza de paja, pero fornicando como locos". ­
Guillermo Belcore
Una versión más breve fue publicada en los Suplementos de Cultura de La Prensa y La Capital de Mar del Plata, el domingo 5 de abril.
Calificación: Regular

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